miércoles, 7 de octubre de 2015

Baile de escaños


Juan Ignacio Cantero

La política de nuestros días se ha convertido en un juego en el que todo vale. No hay unas reglas establecidas ni un horizonte intraspasable a la hora de pedir el voto. Los políticos recurren a toda clase de actuaciones para intentar lavar su imagen, ofrecer una cara simpática y, en definitiva conseguir el voto.

Para una inmensa mayoría de votantes, el programa electoral es algo innecesario a la hora de seleccionar su voto. También la doctrina del partido y las listas son algo que pasa desapercibido junto con las medidas a tomar y que, sin duda alguna, son la base de la actuación política y por lo tanto de la decisión del votante.


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Pues bien, en muchos casos la decisión de voto queda reducida a un "me cae bien este político" o una cuestión de apariencia. Además el voto a todo un partido se ejerce personalizado en uno o unos pocos candidatos que gustan por su desparpajo, su sonrisa, su saber estar... En ese sentido juegan un importante papel los medios de comunicación. Pero en los últimos tiempos, se aprecia un cambio de tendencia en las apariciones mediáticas de los grandes políticos. Si tradicionalmente acudían a programas de debate y de opinión política, ahora están optando por magazines, tv shows y programas de entretenimiento en general.

Si a la gente ha dejado de importarle lo que digas, pero le agrada o desagrada lo que hagas, qué mejor forma de ofrecer tu mejor cara que acudiendo a sus programas de televisión favoritos. Es lo que hizo la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría en su visita de anoche a El Hormiguero. Uno de los programas de mayor éxito y con más años en antena era el idóneo para hacer una aparición pública y si además es un espacio cómodo sin demasiadas preguntas que contestar mejor que mejor. El Hormiguero no se caracteriza por la profundidad en la entrevista que inicialmente hace el presentador Pablo Motos a sus invitados. No es un programa de rigor periodístico ni busca serlo, ya que ha encontrado una fórmula que entretiene, gusta y le ha dado el éxito durante varios años.


Quizás por eso la vicepresidenta eligió este espacio para su representación pública. Una entrevista cómoda, un programa que muestra la mejor imagen de sus invitados y un baile final para rematar la actuación. Sí, han leído bien. Soraya Saénz de Santamaría bailó al final del programa junto a Pablo Motos y el equipo de El Hormiguero la canción "Uptown Funk" de Bruno Mars. Ahora que el PP se encuentra en un momento de credibilidad delicado y que ha cosechado una visión retrógrada durante la última candidatura qué mejor que poner a la vicepresidenta a mover el esqueleto en un programa de éxito para ganarse al electorado.

El vídeo de la coreografía se ha hecho viral, mientras los comentarios favorables hacia la persona de Santamaría se multiplican. Como ya he dicho, la buena imagen se traduce en votos y un político que sonríe y baila, es un candidato idóneo para una parte del electorado.

El genial Matt Groening, dibujante de la archiconocida serie "Los Simpsons" lo ha dejado caer en varios capítulos. En el fabuloso especial de Halloween, "Ciudadano Kang", pudimos ver como Bill Clinton y Bob Dole, cuyos cuerpos habían sido ocupados por extraterrestres, se ganaban al electorado con graciosos bailes y banderitas americanas. También en el capítulo "El actor secundario Bob vuelve a las andadas" podemos ver como un ex-convicto odiado por todos se presenta a unas elecciones y con un gracioso baile dispara las encuestas a su favor.

No es una casualidad, es una tendencia. No solo el PP lo usa para lavar su imagen, sino los partidos políticos en general. Tras la grave crisis del PSOE con Rubalcaba en la secretaría general, su sucesor Pedro Sánchez realizaba una llamada telefónica al tan querido como vilipendiado programa de Telecinco "Sálvame". Una estrategia de marketing político para ganarse la confianza de telespectadores votantes potenciales.

Y así las encuestas oscilan a ritmo de música y de parrillas televisivas. La política se convierte en una pugna de audiencias y muchos votos se deciden en apariciones mediáticas. Cuando el presidente del Gobierno sonría mientras toma medidas abusivas, bailemos. Como acaba diciendo Homer en el capítulo ya mencionado de Los Simpsons tras ser esclavizados por el ganador de la elecciones: "A mí no me mires nena, yo voté a Kodos".

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