Juan Ignacio Cantero
El presidente del Gobierno, Mariano
Rajoy, convocó ayer lunes las elecciones generales para el 20 de diciembre y
compareció ante los medios para hacer balance de la legislatura. Términos a
priori contradictorios como Rajoy, comparecencia, medios de comunicación y
balance se dieron cita tras la reunión extraordinaria del Consejo de Ministros.
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Y sí. Rajoy
atendió a la prensa pese a su natural alergia mediática y su fobia a responder
a preguntas. No lo hice a través de ningún plasma ni de ningún otro miembro del
partido. Esta vez estuvo presente físicamente y aguantó el tipo ante su
archienemigo público. Por fin la gaviota echó a volar más allá de los siglas y se adentró en un entorno casi inexplorado.
El todavía
presidente habló de corrupción, de la corona, de Cataluña, de la reforma
constitucional de los posibles pactos... pero donde de verdad estuvo
especialmente anecdótico e incluso comediante fue al hablar de sus disposición
debatir. Rajoy no es especialmente reconocido por su aportación de datos
fiables ni por sus dotes cómicas, pero ya que se había lanzado a abandonar las
ruedas de prensa en diferido no iba a dejar que el espectáculo se quedara a
medio rematar. Show must go on.
Ante la
pregunta de si estaba dispuesto a debatir durante la próxima campaña electoral,
adoptó una pose despreocupada y una mueca pícara mientras pronunciaba las
palabras mágicas: "es mi hábitat natural". Además añadía el dato del
día junto a esa jocosa afirmación: "soy el candidato que más veces ha
participado en este tipo de debates". La primer afirmación hay que
tomársela directamente como una broma, la segunda, no tanto.
Y es que el
candidato popular no miente al decir que es el candidato que ha participado en
más debates electorales. Lo cierto es que no ha debido resultarle difícil
habida cuenta de que España es un país con una ínfima tradición a debatir en
campaña para las generales. Tan solo cinco debates han sido celebrados en este país desde que se
instauró la democracia, de los cuales Rajoy ha participado en tres. Dos hubo en
1993 entre Felipe González y José María Aznar, otros dos en 2008 entre José
Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, y uno más en 2011 entre el propio
Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba.
Ahora bien,
dichos debates tenían un formato absolutamente encorsetado en el que los
candidatos y su equipo elegían prácticamente todo, desde la iluminación a los
tiempos de los turnos. Nada que ver con el debate semiimprovisado entre Albert
Rivera y Pablo Iglesias el pasado domingo en Salvados. Rajoy ha participado en
más debates que los demás pero no lo ha tenido difícil. A la falta de tradición
de debates que hay en España, se suma su larga trayectoria política y su
adhesión a formatos estructurados y programados con antelación.
Rajoy no
mintió, pero tampoco dijo la verdad. Lo que realmente suena a chiste es lo de
que el espacio mediático es su hábitat natural. Todo cuando es sabido que Rajoy
ha sido el presidente más reacio a las apariciones públicas, a la rendición de
cuentas y a la depuración de responsabilidades. Un presidente que aparece por
plasmas y que evita las comparecencias ante los medios hasta que no tiene más
remedio no puede afirmar que forma parte de ese ecosistema.
Además,
ahora mismo tendrá el récord a batir en cuanto a la cantidad de debates, pero
no está dispuesto a que nadie venga a superarlo, ya que no está dispuesto a
debatir en un debate a cuatro con PSOE, Cidadanos y Podemos y ni siquiera
sentarse en frente de los nuevas agrupaciones.
El presidente
del gobierno abrió la campaña electoral con buen pie. Un dato que había pasado
inadvertido: el de su récord en debates, y un chiste sobre su simbiosis con el
medio comunicativo. Parece que la gaviota ha querido encontrar su habitat lejos
de las siglas populares, pero la zona de confort está dentro del ecosistema del
partido.
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