Sheila
Algarra
No hay nada más bonito ni puro que la
sinceridad de una sonrisa. Tampoco más inocente que las pecas de una niña
cuando llega el verano, ni una carcajada de un niño al ver a su abuelo. La
pureza de una lágrima, un cabello que se desliza sobre la cara, una falda que
corre con el soplido del viento.
Todo
ser humano goza de la perfección, es trazado de tal manera que sea único. Sin embargo, nos han adoctrinado en un
modo de ver la vida donde los valores y los defectos infunden una ingrata
hipocresía. Un mundo donde la belleza de las cosas se sumerge en una lucha por
alcanzar la talla 36. Nos han enseñado que no hay mujer bonita que mida menos
de 1,70 de altura, que no tenga unos labios gruesos muy rojizos, una cara fina
pero con unos pómulos marcados, una cintura que abarque la mano pero con unos
pechos grandes. Cuerpos imposibles, figuras que provocan paranoias mentales en
las que todo el mundo quiere tener un hueco.
Los cánones de belleza atribuidos en
nuestra sociedad condenan a no aceptarse. El cuerpo se ha convertido en el
centro de una inquietud e insatisfacción constante. La cultura en la que
vivimos provoca pensar en nuestros “defectos” como si de un pantalón o un
armario se tratara. Víctimas de ser “defectuosos”.
La
cultura de la imagen
Siempre ha habido cánones de belleza, ideales
que han cambiado y evolucionado con el tiempo. En otros periodos, una figura
bonita era la de caderas anchas que mostraban la fertilidad y la tez pálida revelando
la poca aproximación al campo y al sol. Hoy en día ocurre lo mismo pero con un gran
agravante que hace un flaco favor a la salud; los medios de comunicación en
general y los spot publicitarios en particular. Programas televisivos muestran que
para cambiar por dentro primero tienes que cambiar por fuera, dándole una
importancia exacerbada a físico como si de ello dependiera el oxigeno con el
que la humanidad respira. Un ejemplo es ‘Cámbiame’ de Telecinco, que cambia por
completo los estilos de vestir e intenta tapar los defectos físicos, encima
para colmo vende al espectador nada más y nada menos que una obra social.
Otro
de los problemas que generan los medios de comunicación es el machismo que
trasmiten a la hora de apostar los cuerpos femeninos como modelo de negocio. El
ejemplo que se lleva la palma en este aspecto es la prensa deportiva, pero
parece que esta moda de modelo de negocio comienza a fallar (además siempre son
mujeres como si la prensa solo fuera leída por hombres). Este lunes se ha
anunciado el rediseño de la revista Playboy, se han propuesto eliminar las
fotografías de mujeres desnudas de sus portadas. Sin embargo, esto es más bien
un paso atrás porque no se ha planteado desde el machismo, sino por
rentabilidad económica. En esta cultura de la imagen en la que vivimos estamos
tan acostumbrados a ver desnudos que estos modelos han dejado de rentar. El
director ejecutivo de la revista lo dejó claro con su declaración: “ahora estás
a sólo un click de lejos de cualquier acto sexual que te imagines de forma
gratuita”, por ello cree que ese modelo “es cosa del pasado en este momento”.
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Inma Cuesta en 'El Periódico' |
Hay veces que a la mariposa
le gusta recordar que un día fue gusano y defender a los que todavía lo son.
Inma Cuesta ha provocado un gran debate este fin de semana tras denunciar a
través de la red social Instagram los retoques exacerbados de una fotografía en la
portada de la revista dominical de 'El Periódico'. La actriz ha subido la imagen auténtica junto a
la retocada con frases como: "Verte y no reconocerte, descubrir que tu
imagen está en manos de personas que tienen un sentido de la belleza
absolutamente irreal".
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Modelo de Victoria´s Secret |
Este
no es el único caso de famosas que se rebelan contra los excesos de los
retoques y apuestan por la naturalidad. Famosas como Kate Winslet o Julia Roberts se han manifestado en otras ocasiones
en contra de esta situación. La semana pasada también surgió otro debate en
torno a la “magia del PhotoShop”, la marca de lencería Victoria’s Secret lanzó
una foto de una de sus modelos sin nalga izquierda pero uno de los seguidores
de la firma decidió arreglar el fallo y subirla a las redes.
Es
un problema importante pero, al menos, se empieza a ver algunas reacciones
contra esta cultura de la estética. Contra este
mundo decantado por una precaria identidad que lucha por la eterna
juventud. Cuerpos que se contonean por las ciudades con diferentes versiones de
un mismo patrón.
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