martes, 13 de octubre de 2015

Nacionalismo por bandera


Juan Ignacio Cantero

El 12 de octubre es el día del orgullo Rojigualda, de la ostentación militar, del patriotismo al máximo exponente. Es el día de España, de ese concepto abstracto sin unos límites establecidos pero que todos te dicen que hay que amar u odiar para ser una persona coherente. Algo así como la fe. Unos creen en ello y otros no, pero todos piensan que su causa es más justa y que han de convencer al resto de adherirse a ella.


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El nacionalismo, que tantos problemas genera al crear una obligación de pertenencia y una repulsa hacia lo extranjero. Una nación a la que hay que amar y defender, mientras se la magnifica por encima del resto. Este sentimiento de pertenencia grupal conlleva la búsqueda de un enemigo común para su total cohesión y para eso, otro nacionalismo es la mejor opción. El ejemplo cinematográfico se encuentra en la película “La Ola” de Dennis Gansel.



La cruzada independentista catalana propiciada por los esfuerzos de Artur Mas de tapar el desfalco y corrupción de su partido (Convergencia i unió) en esa Comunidad, han abierto la veda de la lucha nacionalista. Los intereses personales de Mas y Convergencia en mantener el poder a toda costa han despertado el nacionalismo que dormitaba en Cataluña. Pero si ya es grave que despierte el nacionalismo catalán, todavía lo es más que este hecho haga que el nacionalismo español active su alerta y busque de nuevo la imposición.

El huracán del catalanismo durmiente, ha levantado la tempestad del españolismo latente. Y ahora el 12 de octubre, que era un día más fuera del ejército, es el día de la necesidad de una bandera allí donde vayas, de la confrontación nacionalista y del nacionalismo exacerbado sea del signo que sea.

La batalla se agudizó el pasado lunes en las redes por comentarios antinacionalistas de la alcaldesa de Barcelona Ada Colau y el actor Willy Toledo entre otros. La opinión pública se radicalizó el día de la hispanidad en dos bandos diferenciados en hashtags, #nadaquecelebrar #vivaespaña etc.

De repente, todo el mundo es español patriótico o antiespañol independentista. Los nacionalismos tienden a excluir a otros y eso es lo que pasa en España. El nacionalismo español repudia al catalán y viceversa y la pervivencia de uno hace que el otro crezca y se exacerbe. Ambos son nacionalismos, aunque no siempre nos demos cuenta, y ambos conllevan odio y exclusión.
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Por eso el día de la hispanidad ha vuelto a ser importante. Porque el catalanismo sigue creciendo y el españolismo reacciona para no permitirlo. Una confrontación insuperable mientras el sentimiento nacionalista perdure con tal fuerza.

Y es que hemos olvidado diferenciar el orgullo del afecto, el patriotismo del apego… Hemos olvidado que podemos tener una adhesión a nuestro hogar, a sus gentes, a sus costumbres, a sus festejos, su gastronomía… y no por ello ondear banderas, cantar himnos o encolerizarnos con lo diferente. Hemos olvidado que España es todo eso, que Cataluña es todo eso, que Cuenca es todo eso, que la más pequeña aldea es todo eso… Hemos olvidado que el día de la hispanidad es todo el año para todos aquellos que lo deseen y, no lo es nunca para los que no tengan afecto por él. Hemos olvidado lo que genera el nacionalismo y seguimos consumidos por él.

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